Suena bien, hoy, hablar de des-aprender y de-construir… Pero ¿ayudan a evolucionar o reemplazan unos prejuicios con otros que, a la vez, cercenan nuestra libertad o la ajena?
Comprender algo con mayor profundidad supuso siempre (o al menos desde el nacimiento de la filosofía occidental) ver algo desde una perspectiva nueva, diferente o más amplia (re-significar). Cuestionando lo dado por válido sin haberlo “pensado” suficientemente y simplemente porque lo hemos aprendido o interiorizado así. A través de usos, costumbres o mandatos externos de nuestro entorno social, cultural o familiar.
Entender algo con mayor profundidad nunca “obtura” ni es rígido. Siempre “abre” nuevas posibilidades y horizontes. “Despeja un sentido” nuevo, no visto antes, sobre alguna cuestión. Descubriéndonos, muchas veces, un “VALOR” con el cual poder identificarnos, comprometernos, medirnos. Ampliando nuestro pensamiento y capacidad de acción.
Y esto es lo que de verdad implica “APRENDER”: el hacer propio y en libertad, un sentido nuevo respecto de un asunto. Crecer en COMPRENSIÓN. Superarnos como PERSONAS.