El sentido de la vida constituye un “proyecto”. Pero no como una meta u objetivo a alcanzar o situado en el futuro, sino como “algo” a realizar y a lo cual entregarse. Ya. Ahora. En cada momento…
Algo a realizar que, si expresa a quien hace, lo que hace y lo que ello aporta al mundo y/o a los demás; se proyecta y nos proyecta hacia el futuro con una identidad y pertenencia que tiene aromas de trascendencia...
Esa unión entre lo que se intenta y se hace (intención y acción) aporta un primer escalón de aprendizaje práctico y vital: poder contrastar lo pretendido con lo hecho. Pero a la vez suma un punto de fuga o perspectiva que ilumina ambos términos con una direccionalidad -un porqué, para qué o razón- que impregna nuestros actos de algo que permanece…
Algo que nuestra mente capta pero que sobretodo se graba en nuestro corazón y lo inspira… Lo cual reviste al propio devenir con ropas de carácter y anhelo, de decisión tomada e intención a alcanzar, de algo poseído y hacia lo cual tender...
Pero, ¿A qué remite esa mezcla de presencia y atemporalidad?
Remite a valores. A un supra-mundo en que “lo humano” (“eso” que hacemos los hombres) se viste de grandes adjetivos: justo, genio, valiente, santo… (algo de ello habrá intuido Platón con sus ideas)... Vocablos que, al inspirar nuestro caminar, lo impregnan de horizontes hacia los cuales ya no es necesario “llegar” para alcanzarlos, sino un “permanecer”… que se efectiviza en el caminar mismo, en un encuentro que transmite paz, felicidad, trascendencia.
Caminar que pide nunca actuar para la tribuna ni impostar el propio anhelo. Sino permanecer atento a esa senda intransferible de circunstancias que nos piden dar respuestas … con convicción, valor y temple de carácter.
En un transcurrir que nos va abriendo hacia un crecimiento cualitativo e “interior” que, en su parecer estático, nos da la llave que libera de la soledad y abre encuentros genuinos… Porque nos capacita para comprender lo humano del vivir. Lo que tiene densidad vital…
Un mundo –de sentidos y valores- que nos definen no de modo teórico ni retórico, sino por lo que hacemos. Y que habla -con nuestra vida y acciones- del mundo en el cual creemos.
Y a vos: ¿qué te inspira en tu caminar?